De Nuestra Presidenta. Apoyemos la lectoescritura con el uso de materiales e instrucción que estimulen la participación
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Entre las primeras publicaciones de NAEYC que yo poseía era el libro What is Quality Child Care? (¿Qué es el cuidado infantil de buena calidad?) de 1985, de Bettye M. Caldwell y Asa G. Hilliard, nieto. Bettye M. Caldwell fue la presidenta de NAEYC de 1982 a 1984. Asa Hilliard era educador, sicólogo e historiador y creía que todos los niños son capaces de aprender. En dicho libro, el Profesor Hilliard señala que “El cuidado infantil de alta calidad no es culturalmente neutral, sino culturalmente relevante . . . Si los ambientes de cuidado infantil pasen por alto o, peor aún, supriman las formas culturales, hacen mucho daño a los niños, los hace sentir que es ilegítimo lo que a su parecer es natural y abre una brecha entre ellos, su familia y su comunidad”.
Si creemos que los niños aprenden mejor cuando participan profundamente en lo que hacen o experimentan, ¿cómo estimulamos la participación de niños pequeños en la instrucción en lectoescritura que no solo es apropiada al desarrollo sino también responsiva cultural y lingüísticamente? Se puede definir “estimular la participación” como “atraer a alguien y mantener la conexión por influencia o poder; mantener la atención; hacer participar en algo, involucrar”. Se estimula la participación de los niños cuando están genuinamente interesados e involucrados en algo. Para lograr esto, deberíamos extender sus intereses, preguntas, conocimientos anteriores y experiencias que traen a los programas de aprendizaje infantil.
Los artículos principales del presente número están repletos de explicaciones y ejemplos de maneras de estimular la participación activa de los niños en la lectoescritura. Reflejan lo que se ha demostrado desde hace mucho tiempo en la investigación: las prácticas instructivas que traten cuestiones de cultura e idioma son las más prometedoras para ayudar a los alumnos con diversidad de cultura y lengua a dominar exitosamente la lectura. Los salones de clases que incluyen métodos cultural y lingüísticamente responsivos, currículos y materiales académicamente enriquecidos y maestros que esperan lo mejor de sus alumnos, son los mejores para el logro educativo de los mismos.
He observado que nos queda más trabajo para alcanzar estas metas recomendadas. Hasta en tiempos recientes, he entrado a algunas aulas para la primera infancia donde la única diversidad que se manifestaba eran fotos de niños vestidos de mariposas o en macetas o vainas de arvejas, al estilo de la fotógrafa Anne Geddes; y estas se habían colgado muy alto en las paredes donde los niños no podían verlas. No había libros con personajes de color ni con discapacidades, ni había ningún libro en un idioma que no fuera el inglés. Cuando se le hizo preguntas sobre esto, el maestro dijo que no había “minoridades” en el aula.
Para lograr esto, deberíamos extender sus intereses, preguntas, conocimientos anteriores y experiencias que traen a los programas de aprendizaje infantil.
Es necesario que todos los niños estén expuestos a ambientes y materiales instructivos que sean apropiados al desarrollo y diversos cultural, lingüística y étnicamente. Esos ambientes no solo son para los alumnos que tienen diversidad étnica, cultural o lingüística o que tienen capacidades diferentes. No obstante, los niños de color sí reciben mensajes poderosos si no se ven reflejados en los materiales instructivos del aula ni los libros que leen.
Un artículo del número de junio de 2019 de School Library Journal (Revista de bibliotecas escolares) repasó los hallazgos de una investigación de la Universidad de Wisconsin en Madison sobre la diversidad en los libros infantiles, en la que se halló que los personajes dominantes en los dibujos eran caucásicos (en un 50 porcentaje) y animales (en un 27 porcentaje). Las personas africanas o afroamericanas, asiáticas o asiático-americanos, isleños del Pacifico o americanos del mismo origen y de las naciones indígenas de las Américas constituían el resto en un 23 porcentaje.
En NAEYC, creemos que “la aptitud cultural es un componente central de los programas de educación infantil de alta calidad, y les toca a los estados asegurarse de prestar atención a las cuestiones e implicaciones cruciales de la diversidad, la equidad y la altitud cultural en toda etapa del desarrollo y la implementación de su QRIS, desde las normas y el currículo, hasta los esfuerzos por formar y mantener buenas relaciones y participación con las familias, el monitoreo y la evaluación”. A continuación presentamos algunos recursos y herramientas para ayudar a usted mientras extiende los principios de la lectoescritura a todos los niños:
- Respuesta a la Diversidad Lingüística y Cultural: Recomendaciones para una Educación Infantil Eficaz. Declaración de posición de NAEYC sobre la diversidad lingüística y cultural. 1995.
- Herramienta de normas de calidad para la competencia cultural; en inglés. NAEYC. 2009. NAEYC.org/competence-benchmark
- Formemos comunidades de apoyo con bibliotecas, museos y sistemas para la primera infancia. Un paquete de herramientas para esfuerzos colaborativos por mejorar los resultados de niños pequeños y sus familias; en inglés. Iniciativa BUILD. 2016.
- La incorporación de la competencia cultural en sistemas de tasación y mejoramiento de la calidad; en inglés. Centro para la Ley y las Políticas Sociales.
- La equidad racial y los sistemas QRIS en el estado de Washington; en inglés. Departamento de Aprendizaje Infantil del Estado de Washington. 2017.
Les deseo lo mejor de lo mejor,
Ann
Current president of NAEYC (National Association for the Education of Young Children)