De nuestra Presidenta: Cuidemos primero de nosotros mismos
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¡Saludos, miembros de NAEYC! Siento que es una honra servir como su presidenta de NAEYC y me emociona la posibilidad del servicio a ustedes y a nuestro campo durante los próximos dos años. Este es un momento importante para la profesión de la educación de la primera infancia, y tengo mucha esperanza acerca del próximo capítulo de nuestra historia y de compartir este viaje con ustedes.
Mientras escribo esta columna, nos hallamos en medio de la crisis internacional de la COVID-19. De repente se está reconociendo que el campo de la educación infantil y los educadores de niños pequeños somos esenciales a causa de nuestro servicio: aportamos el cuidado y educación infantil a familias que están realizando el trabajo necesario para mantener nuestras ciudades y que se encuentran en la primera línea de los esfuerzos por salvar vidas. Nuestro campo es crucial para el trabajo que tiene que realizarse a fin de hacer frente a la pandemia de COVID-19. Aunque sabemos desde hace mucho lo esencial que es el cuidado y educación de niños pequeños, estamos en un lugar y un tiempo en que se está dando más reconocimiento a nuestra labor que con tanta frecuencia se subestima, por el papel importante que desempeña en la sociedad y nos estamos ofreciendo para contestar los desafíos y llevar la delantera en la lucha.
Esta es una obra la que ya llevamos muchos años realizando en la NAEYC por medio de Revalorizar la Profesión (P2P, siglas en inglés) y otras iniciativas; y en P2P se está trabajando mucho ahora para que el valor de nuestro campo profesional se exprese claramente en términos y normas y sea reconocido más allá de la crisis actual. Mientras avanzamos en estos esfuerzos, nosotros—como individuos y como miembros del campo profesional mayor—debemos seguir tomando la iniciativa para que estemos abiertos a las conversaciones críticas y valientes acerca de nuestro trabajo. Una de estas conversaciones críticas y continuas es un tema principal del presente número de Young Children: el apoyo a los niños que han experimentado el trauma. Como ustedes leerán en estas páginas, muchos en la profesión de la primera infancia, junto con peritos en otros campos, hemos dedicado mucho pensamiento e investigación a nuestra práctica y su relación con el trauma; focalizamos especialmente en cómo las experiencias traumáticas afectan a los niños y cómo se ve esto día por día en nuestros programas y aulas de la primera infancias. No obstante, me pregunto si hemos pensado y conversado suficientemente sobre el trauma que algunos de nosotros, los adultos que trabajamos en el campo, traemos a estos mismos programas y aulas. Algunos maestros que tratan con niños traumatizados pueden a veces desarrollar sus propios síntomas del trauma, lo que se llama trauma secundario. Las circunstancias como la actual crisis mundial de la salud pueden también provocar el estrés y el trauma y sacar a relucir en nuestras vidas memorias previamente reprimidas. Estos son momentos increíblemente dificultosos para todos nosotros. Los efectos podrán ser devastadores para muchos de nosotros, y la enormidad del impacto puede abrumarnos.
En la primavera de 2018, Oprah Winfrey planteó como tema central el trauma infantil y su impacto en los adultos. Vino a Milwaukee (Wisconsin), donde yo vivo, y focalizó su informe del programa 60 Minutes en los residentes locales. Conversó sobre el análisis de experiencias adversas en la infancia (ACE, siglas en inglés) y el estudio relacionado. Una puntuación de ACE es un resumen de las características de una niñez marcada por mucha dificultad, que posiblemente incluye varios tipos de abuso y descuido. Entre más alta es la puntuación, más probable es que la persona está en peligro de tener problemas de salud mental y física más tarde en la vida. Mientras reflexiono sobre aquel informe, me pregunto cuántos puntos en la escala ACE estamos llevando en nuestros interiores y qué traumas debemos sanar a fin de facilitar la curación de los que cuidamos.
Aprendamos a cuidar de nosotros mismos
Algunos hemos entrado a este campo porque tenemos la necesidad de ser nutridos y curados. Algunos tenemos la esperanza—tal vez subconsciente—que el mostrar cariño a los niños sanará nuestras heridas. Y también hay los que han sido aconsejados que este campo es muy apto para ellos, en la ausencia de otras habilidades u otra formación.
Debemos ser proactivos en tener conversaciones críticas sobre nuestro trabajo.
Delechia Johnson es una perita en capacitación docente de la educación infantil y proveedora de asistencia técnica a quien respeto y de quien he aprendido mucho durante los años. Cuando le pregunté acerca de proporcionar capacitación docente en la primera infancia a personas que pueden traer el trauma en su interior, me expresó los siguientes pensamientos:
Con frecuencia impartimos instrucción a través de la lente de cómo se nos crio. Si hemos experimentado el trauma puede impactar nuestra manera de ver las cosas, de confiar en otros, y cómo nos vemos a nosotros mismos. Los que ofrecemos apoyo a los maestros tenemos que ofrecerles oportunidades y espacios para que reflexionen en su yo personal porque tendrán que combinar su yo personal con su yo profesional—cada yo tendrá un impacto en el otro; tenemos que comprender a los dos. Muchos podrían pensar que esto nos lleva hacia tener que ser consejeros de los maestros, pero se trata de satisfacer las necesidades de la persona entera. Hablamos de satisfacer las necesidades del niño entero; es necesario que hagamos lo mismo para los maestros. Tenemos que aportarles más oportunidades de aminorar el paso, reflexionar y acceder a oportunidades de cuidarse a sí mismos. Los maestros no están lloriqueando; ¡es que están pidiendo ayuda!
Nuestra gran responsabilidad
Se ha encargado a nuestro campo la protección y el tierno cuidado de nuestras almas más pequeñas. Y cuando la nación se halla en medio de una crisis, se nos pide con aún más insistencia que estabilicemos los barcos pequeños en unos mares abrumadores.
Se me recordó hace poco el consejo que recibimos en los vuelos:
En caso de emergencia, las máscaras de aire caerán del techo. Si viaja con un menor, póngase su propia máscara antes de ayudar al menor.
En su libro recién publicado Happiness is Running Through the Streets to Find You: Translating Trauma’s Harsh Legacy into Healing, Holly Elissa Bruno escribe: “El trauma es el campo de entrenamiento para nuestra propia marca de inteligencia, a no ser sabiduría. Es solamente cuando se nos escucha de verdad que podemos hablar. Es solamente cuando hablamos que podemos creernos a nosotros mismos. Solamente entonces, cuando nos sentimos más protegidos de la amenaza de la aniquilación, podemos salir trepando de nuestro artículo de portada.”
Las prácticas de la auto-reflexión y el auto-cuidado son esenciales en estos tiempos para que podamos estar sanos y enteros en nuestro servicio a los que nos necesitan. Sanemos primero nuestro propio trauma para que podamos ayudar a otros con su propia curación y su propio aprendizaje. Pongamos primero nuestras propias máscaras de aire.
Atentamente,
Ann
First two photos © NAEYC and third photo © Getty Images
Current president of NAEYC (National Association for the Education of Young Children)