De nuestra presidenta: Ampliar la mirada para incluir a todas las niñas y los niños
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El eje temático de este número de Young Children, “Avances en la comprensión del desarrollo y el aprendizaje infantil: Desde la perspectiva de la equidad” es uno de los temas que más me tocan en lo personal. Me conmovió especialmente el artículo “¿Puedo ayudarte? Cómo fomentar la equidad, el aprendizaje y el desarrollo infantil dejando que los niños presten su ayuda,” ya que uno de mis objetivos como presidenta de la Junta Directiva de NAEYC es generar conciencia sobre las fortalezas de los niños, las niñas y las familias de origen latino.
En este artículo, los autores y autoras presentan una investigación sobre niños y niñas de origen latino y destacan una fortaleza que han observado que no siempre se valora en el entorno escolar: el deseo de ayudar a sus compañeros/as y docentes. En las palabras de los autores y autoras:
Como antiguos educadores bilingües de la primera infancia y actuales formadores de profesores e investigadores en educación de la primera infancia, hemos enseñado y recogido datos en muchísimas aulas que asisten a niños y niñas de familias inmigrantes de origen latino. Nuestra experiencia y la bibliografía más amplia indican que las comunidades de inmigrantes de origen latino a menudo valoran y dependen de la capacidad de los niños y niñas para ayudar y contribuir a sus familias y hogares. . . . Sin embargo, las escuelas que asisten a estas comunidades rara vez fomentan este valor. . . . En este artículo, analizamos cómo los educadores de la primera infancia pueden crear comunidades en las aulas que permitan que los niños y las niñas ofrezcan su ayuda, y luego mostramos cómo se ve esto en acción. Concluimos con sugerencias para que los educadores de preescolar y escuela primaria incentiven a los niños y las niñas a ofrecer ayuda en sus propios entornos. (7)
Adoptar un abordaje que parta de las fortalezas o los recursos es crucial por muchas razones. Podría cambiar el rumbo de la trayectoria educativa de un niño o niña. Podría haber cambiado el rumbo de la trayectoria escolar de mi madre.
Mi madre es mexicoamericana, una de nueve hijos de una familia cariñosa, para la cual el sistema educativo público era algo nuevo y difícil de recorrer para mis abuelos. Mi mamá no fue a la universidad. Ella siempre ha sido extremadamente inteligente y una lectora voraz. El recorrido natural que yo habría esperado para una niña como ella habría sido clases avanzadas, luego, la universidad y, después, una carrera de su elección. Pero ese camino le fue negado, en parte, por su raza y por su género.
Adoptar un abordaje que parta de las fortalezas o los recursos es crucial por muchas razones. Podría cambiar el rumbo de la trayectoria educativa de un niño o niña.
La negativa comenzó en los primeros años de su escolarización. Cuando mi madre era pequeña, hizo un examen estandarizado junto con todos los demás estudiantes de cuarto grado de su distrito escolar para medir la aptitud y la inteligencia. Mi madre obtuvo el puntaje más alto entre todos los niños y niñas que hicieron el examen ese año. Recuerdo lo orgullosa que me sentí cuando me contó esa historia por primera vez. ¡Qué gran logro! Pero luego me contó que jamás supo de su puntaje hasta el momento en que estaba a punto de graduarse de la preparatoria. Cuando habló con su orientador sobre la graduación, él miró su expediente académico, vio ese dato y le preguntó por qué no había seguido el itinerario de preparación para la universidad. Mi mamá no supo responder porque nunca se enteró cuál era su propio potencial, y se preguntó si sus padres se habían enterado siquiera del puntaje que ella había obtenido en el examen.
Cuando me contó esa historia, se me partió el alma. Y también me enojé. Me hizo caer en la cuenta de que nuestros sistemas no están preparados para que niños y niñas como mi madre—de origen pobre, de piel morena y negra, o niñas—puedan desarrollar su máximo potencial. En muchos sentidos, escuchar la historia de mi madre impulsó gran parte del trabajo que promuevo como defensora de la primera infancia.
También me llena de esperanza que experiencias como la de mi madre no sean tan frecuentes hoy en día, porque los educadores están empezando a pensar en cómo detectar y promover las fortalezas de todos los niños y las niñas. La investigación aumenta los conocimientos en este campo.
Los artículos de este número ofrecen una perspectiva más amplia del desarrollo infantil. Presentan a los lectores teóricos de diversas procedencias e investigaciones sobre infancias diversas que deben tenerse en cuenta dentro del conjunto del desarrollo infantil. Ofrecen distintas formas de abordar el conocimiento del desarrollo infantil e introducen una serie de ideas que pueden ampliar nuestro pensamiento. Las ideas de este número subrayan la importancia del principio 6 de la declaración de posición de NAEYC sobre la práctica apropiada al desarrollo:
La motivación de los niños por aprender aumenta cuando su entorno educativo fomenta su sentido de pertenencia, propósito e iniciativa. Los planes de estudios y los métodos de enseñanza se construyen a partir de los recursos de cada niño conectando sus experiencias en la escuela o entorno educativo con el entorno de su hogar o su comunidad. (11)
Mi esperanza es que los conocimientos y las perspectivas de los educadores se amplíen cuando observen a niños y niñas que no hablan inglés como primera lengua, cuando observen a niños y niñas de color y cuando observen a niños y niñas que vienen de entornos desfavorecidos económicamente. Mi esperanza es que los educadores miren a todos los niños y las niñas desde una perspectiva basada en las fortalezas y ofrezcan a una niña como mi madre las oportunidades que merecía.
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Natalie Vega O'Neil is president of the National Association for the Education of Young Children.