Formar connexiones: Necesitamos una inversión sustancial, sostenible y global que nos haga avanzar
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A diario, en comunidades rurales, urbanas y suburbanas de todo el país, educadores de la primera infancia, como Mildred Waller—una proveedora de cuidados infantiles en hogares de familia y becaria del programa Lasting Legacy de Virginia del Norte, que me acompañó en una rueda de prensa en el Capitolio antes del discurso presidencial sobre el estado de la nación—hacen todo lo posible para evitar la crisis del sector de la educación inicial que crece a nuestro alrededor.
Durante toda la pandemia de COVID-19, NAEYC llevó a cabo encuestas en el sector para conocer y divulgar las experiencias de los educadores. Los resultados de estas encuestas nos dieron la posibilidad de garantizar que sus voces se oigan en los medios de comunicación y lleguen a los legisladores. Los resultados de nuestra encuesta de campo más reciente, publicada en noviembre de 2022, indican que la incertidumbre sobre el futuro tiene su efecto en el presente. Más de 12 000 educadores de la primera infancia expresaron su opinión, y sus respuestas subrayan tanto el impacto positivo de las subvenciones federales de estabilización como la necesidad de una inversión a nivel federal para hacer frente a la incertidumbre constante:
- El año pasado, el dinero de las subvenciones de estabilización, en general, se asignó a un aumento salarial o un suplemento para reforzar la salud y el bienestar del personal.
- Aun así, la falta de personal se debe a la baja remuneración. De hecho, el 70 % informó que no podía contratar o retener al personal a causa de los sueldos bajos.
- Un tercio de los encuestados pensaba en dejar su trabajo o en cerrar sus programas. Para muchos de ellos, un salario más competitivo representaría un cambio importante.
La falta de personal está generando una escasez de oferta que amenaza la capacidad de las familias para trabajar, el acceso de los niños a una atención segura y de calidad, y la salud y el bienestar de los educadores. Y al no saber de dónde saldrá el dinero una vez que concluyan las subvenciones de estabilización, existe el temor de lo que eso supondrá para las familias y los programas, que ya están agobiados económica y emocionalmente. Si esto no se revierte con el apoyo del Congreso traducido en fondos para la fuerza laboral de la primera infancia y los cuidados infantiles, este éxodo profundizará las crisis de la oferta, la calidad y la viabilidad financiera en los próximos años. Lamentablemente, esto no es un problema a futuro. Es un problema de ahora.
Sus historias corroboran los resultados de nuestras encuestas. He tenido la posibilidad de vincularme con muchos de ustedes durante mi primer año como directora general de NAEYC, y cada uno de ustedes me ha contado lo desgarrador que es tener que rechazar a las familias porque no cuentan con el personal necesario para atender a quienes lo necesitan. Muchos de ustedes no encuentran educadores de la primera infancia o no pueden pagar su sueldo. Todos sufrimos el impacto de la crisis de la fuerza laboral de la primera infancia, con la consecuente escasez de oferta que afecta la capacidad de las familias para trabajar, el acceso de los niños a una atención segura y de calidad, y su salud y bienestar. Cynthia, directora ejecutiva del preescolar Open Door, el programa más antiguo acreditado por la NAEYC en Austin, Texas, me contó que lleva meses con una sala de lactantes vacía porque no puede contratar personal. Estaba entusiasmada por poder finalmente abrir el aula con la incorporación de personal.
Aunque los fondos federales de ayuda han sido un salvavidas para el sector de la educación de la primera infancia y los cuidados infantiles, es necesario un esfuerzo aún mayor para priorizar, proteger y proporcionar inversiones que financien el sector a corto y a largo plazo. Hace falta una inversión sustancial, sostenible y global que nos permita avanzar hacia una oferta y una capacidad amplias en el sector del cuidado infantil, ofrecer opciones de calidad a las familias, invertir en los sueldos de los educadores y crear una base sólida y segura para los programas de cuidados infantiles y la primera infancia en todo el país.
He tenido la posibilidad de vincularme con muchos de ustedes durante mi primer año como directora general de NAEYC, y cada uno de ustedes me ha contado lo desgarrador que es tener que rechazar a las familias porque no cuentan con el personal necesario para atender a quienes lo necesitan.
Este es el punto al que respondieron más de 800 miembros de NAEYC cuando nos acompañaron en el Foro de Políticas Públicas de este año para pedir al Congreso que promueva, proteja y dé prioridad a la inversión en la educación de la primera infancia. Este es el mismo punto al que respondió Mildred cuando participó en la rueda de prensa. Por eso, en este número de Young Children encontrará artículos y recomendaciones sobre cómo divulgar su historia, cómo abogar por las inversiones que tanto se necesitan y cómo formar parte del cambio del sistema en el ámbito local, estatal y nacional.
En todo el país, hemos dirigido esta labor junto a ustedes y en colaboración con nuestras increíbles organizaciones afiliadas, y lo seguiremos haciendo. Juntos, seguiremos trabajando, sabiendo que lo hacemos en comunidad, en un espacio de pertenencia que se aplica a todos y cada uno de nosotros. Lo hacemos sabiendo que nuestras iniciativas reflejan la diversidad de experiencias que aportamos como educadores de la primera infancia, directores de programas, propietarios de programas de cuidado infantil, profesores de enseñanza superior, capacitadores, directivos estatales y locales, defensores de la carrera profesional, familias y miembros comprometidos de nuestra sociedad. Cuando mantengamos la unidad, hablando a favor de todos los entornos de la primera infancia, con ellos y en su nombre, y reconociendo nuestro poder como colectivo, superaremos los contratiempos y avanzaremos al servicio de lo que sabemos que necesitan los niños pequeños, las familias, los educadores y nuestra sociedad.
Me llena de alegría, fe y orgullo que, durante tantos años y de tantas maneras, hayan respondido a nuestro llamado a formar parte de este movimiento para defender a nuestros hijos, a nuestras familias y a nosotros mismos. Juntos, seguiremos movilizándonos y construyendo nuestra voluntad colectiva para aumentar el acceso equitativo a la calidad para todos los niños, para aumentar la remuneración y los salarios, para abrir las puertas de la educación superior a todos los educadores de la primera infancia y para eliminar las barreras sistémicas e institucionales que los educadores de la primera infancia perciben cada día. Juntos, seguiremos centrados, esperanzados, decididos e inquebrantables en nuestro objetivo común.
Gracias por su determinación para defender su profesión, con otros miembros de esta profesión y junto a NAEYC como su asociación de afiliación profesional.
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Michelle Kang serves as NAEYC’s Chief Executive Officer.